En el cobertizo

Rod consiguió arrastrarse hasta la pared del fondo del cobertizo, se apoyó contra la estructura de piedra y se enderezó contorsionando su cuerpo hasta quedar sentado. Desde su posición controlaba perfectamente el cuerpo aún sin movimiento de Sadie, desmadejada sobre el suelo.
No podía evitar sentirse atemorizado más allá de la situación en que se encontraba, que ya era bastante complicada de por sí, atado en un lugar desconocido a merced de una mujer a la que no conocía, pero de la que había aprendido por la conversación anterior entre ella y Sadie que era una asesina, había matado gente.
Anna no era su única preocupación, a unos metros de él se encontraba otra mujer que era un misterio para él. Recordó la fotografía que había visto en el hospital, y ahora que podía contemplar con calma y sin prisas los rasgos de Sadie, se dio cuenta de que algo extraño sucedía con ella, su rostro era exactamente igual que el de la fotografía, sin rasgos de envejecimiento que los diferenciara.
No dejaba de preguntarse cómo era esto posible, no se sentía capaz de procesar esa información. ¿Y la advertencia que le había hecho la sádica antes de abandonarlos en el cobertizo? ¿Que le dejaba la boca descubierta por si tenía hambre? Tampoco entendía qué había querido decir con eso. ¿Porqué arriesgarse a que se pusiera a gritar al estar sin mordaza? Claramente se lo había dicho como una amenaza hacia su integridad física pero ¿por qué?
No pudo evitar clavar sus ojos en los labios ligeramente hinchados y rojos de Sadie, que respiraba pausadamente, a intervalos regulares, casi de manera pacífica. ¿Porqué la boca de Sadie podía ser peligrosa para él?
Se retorció una vez más contra la pared, intentando friccionar las muñecas contra el muro y lograr así deshacerse de sus ataduras pero estaban atadas con cinta americana, el contacto del pegamento y sus ansias por liberarse estaban irritando demasiado su piel, hasta hacer el dolor casi insoportable.
Pensó en volver a reptar hasta la posición de Sadie, pero se sentía más seguro estando incorporado, podía controlar la puerta de entrada y el cuerpo de la mujer de un solo vistazo.
Perdió totalmente la noción del tiempo, y podían haber pasado horas  o minutos cuando el ruido de Sadie intentando levantarse del suelo llamó su atención. Su expresión era de total aturdimiento, como si le estuviera costando procesar donde estaba, o porqué no podía moverse. De repente pareció darse cuenta de su situación y movió la cabeza de manera frenética a su alrededor hasta que consiguió divisar a Rod frente a ella, un suspiro de alivio abandonó su boca de manera inconsciente.
-¿Te encuentras bien?- Preguntó en un hilo de voz, intentado aún recuperar su garganta del todo – Si es así asiente con la cabeza.
Rod asintió a la vez que instintivamente levantaba sus piernas contra su pecho, como intentado protegerse, crear un escudo. No podía evitar sentirse vulnerable frente a Sadie, esperando que en cualquier momento ella también se lanzase contra él.
Ella se dio cuenta de su actitud, intentó pensar rápidamente en la mejor manera de acercarse a él sin causarle más temor. Rodó sobre si misma hasta chocar con una caja de madera, una vez que tuvo con que apoyarse, se incorporó, mimetizando la posición de Rod.
-Escucha, voy a acercarme a ti muy despacio, podrás ver mis movimientos en todo momento, no te asustes, yo no voy a hacerte daño.
Rod volvió a encogerse sobre si mismo.
-Mírame a los ojos, no voy a dejar de mirarte, tienes que estar tranquilo voy a quitarte las ataduras y la mordaza, para que veas que no es mi intención agredirte.
Los ojos de Rod mostraban pánico, pero relajó un poco su postura.
-Te voy a quitar la mordaza primero, me voy a acercar a ti reptando, me nivelaré contra ti para incorporarme y con los dientes tiraré de la cinta sujeta en tus mejillas ¿de acuerdo?
Rod asintió, impaciente y expectante mientras veía a Sadie reptar grácilmente hacia él, empujar contra sus piernas y colocarse de rodillas justo frente a él, en su lado derecho.
Procurando mantener el equilibrio con el torso contra las rodillas de Rod, Sadie se inclinó despacio hacia él, intentó mantener su mirada hasta el último momento, cuando ya sus labios rozaban su mejilla, inclinó su cabeza todo lo que pudo e intentó atrapar el borde de la cinta con sus dientes. Estaba más adherido de lo que pensaba.
Volvió a alejar su cabeza. – Voy a intentar levantar un poco el borde con la lengua.

Esta vez Rod no se movió, tan sólo apoyó su cabeza contra la pared con más fuerza si cabe.
Cuando la lengua hizo contacto con su mejilla Rod  pegó un pequeño respingo. Sadie intentó no lamer, sólo humedecer la cinta lo suficiente para poder tirar de ella, pero eso no evitó el contacto de la punta de su lengua con unos milímetros de su piel, y se sorprendió a si misma saboreando ese pequeño instante, y testando con sus papilas la mezcla de sudor frío, jabón y algo más eminentemente masculino que no supo identificar.
Definitivamente era el sabor equivalente a su olor, tan propio y personal, tan diferente a los demás que durante los periodos de vigilancia siempre había conseguido olerle antes que verle.
Cuando consiguió levantar el borde, rápidamente lo apretó entre sus dientes, y empezó a tirar, los labios firmemente apoyados contra la mejilla de Rod al principio, separándose progresivamente a medida que avanzaba.
Justo en el borde de la comisura de los labios tuvo que parar, cuanta más cinta se desprendía más era el dolor que causaba a la piel de Rod, trató de volver a morder desde más abajo, para suprimir la distancia entre los dientes y la piel. Y volvió a tirar, apoyando de nuevo los labios en su piel, en el comienzo de su boba, seca y agrietada por el pegamento de la cinta.
Una vez liberado del todo Rod respiró profundamente, con una gran bocanada, necesitando llenar de aire su garganta. Después de tanto tiempo respirando sólo por la nariz, podía sentir la piel levantada en sus labios, y un regusto de sangre en el labio inferior, causada por la cinta al tirar de ella.
Sadie también se dio cuenta, olió la sangre antes de localizarla y por unos breves momentos sus ojos se concentraron en esas pequeñas gotas rojas y brillantes en la boca de Rod, la voz de él le sacó de su ensimismamiento.
-¿Tú estás bien?
-Sí, estoy bien, me siento aún un poco descolocada, ¿qué paso?
-Perdiste el conocimiento, yo me puse a gritar pero parece que no hay vecinos tampoco, ella dijo que se había desecho de ellos. ¿qué quería decir?
Sadie quedó pensativa por un instante, “¿qué perdí el conocimiento? ¿es eso posible en nuestra condición? … No me cuadra, me habría pasado antes alguna vez…” Rod carraspeó, rompiendo su embrujo…volviendo a ese momento continuó:
-Te explicaré más cosas luego, ahora tenemos que desatarnos del todo y pensar cómo salir de aquí. ¿Te acuerdas de Jude, el policía?
-Sí, claro.
-Sabe donde estoy. Él me facilitó la dirección de hecho, llegará en breve, prometió hacerlo si no volvía a contactar con él, pero tengo que sacarte de aquí primero.
-¿Por qué? Ella dijo algo de ... ¿montar un laboratorio? ¿qué está pasando? ¿por qué quiere matarme? ¿y quien es Archie?
-Demasiadas preguntas a la vez, voy a agacharme a ver si consigo soltarte las manos.
-No, déjame a mí ahora, voy a soltarte las manos a ti y así podrás tirar con los dedos del resto de ataduras. Además se supone que mi mandíbula es más fuerte que la tuya ¿no?
Sadie sonrió, y pensó para sí “si tú supieras la fuerza de mi mandíbula”… pero aún así se giró para facilitar a Rod el trabajo.
Hizo lo mismo que ella, trató de humedecer ligeramente el borde y tirar firmemente de la cinta adherida a sus muñecas, pero no pudo evitar rozar con sus labios la unión entre su brazo y su mano. Le sorprendió la finura de la piel, y que de cerca era prácticamente traslúcida, casi transparente. Sus labios estaban demasiado doloridos para apreciar nada más en su breve recorrido, así que se quedó con esa sensación de suavidad del primer contacto.
Sadie frotó fuertemente sus muñecas una contra otra antes de soltar las de Rod. Una vez los dos liberados cada uno trabajó en sus propios tobillos, logrando por fin poder mover libremente sus extremidades. Permanecieron varios segundos arrodillados uno frente al otro.
Lentamente, en un movimiento deliberado y controlado Sadie levantó su mano, para acariciar levemente con la punta de sus dedos la fuerte mandíbula de Rod, desde el borde de la oreja hasta la barbilla y de vuelta.
No tengas miedo – dijo intentando reforzarle. Pero Rod se dio cuenta de que la marca en las muñecas de Sadie era prácticamente inexistente, mientras que en las suyas había unas moraduras feas del ancho de la cinta. No pudo evitar recordar de nuevo la escena en el callejón, cómo había brotado sangre de su cabeza para luego evaporarse como si nunca hubiera salido. El proceso había sido tan rápido como ahora, cuando volvió a mirar sus muñecas, las marcas habían desaparecido del todo.
-Prometo explicarte todo – Sadie se dio cuenta de la conexión mental que estaba haciendo Rod en este momento. Si me das la oportunidad cuando hayamos salido de este lío te explicaré más cosas, pero primero quiero sacarte de aquí.
Rod prefirió concentrarse en la situación actual antes de pensar en otras cosas.
-¿Qué va a pasar con la chalada? ¿no viene otro tipo más?
-Sí, por eso quiero sacarte de aquí.
-¿Te vas a enfrentar tú a ellos sola?
-No, voy a esperar a Jude y una vez que él esté aquí actuaremos. No te preocupes lo tenemos controlado. En cuanto estemos en la calle corre lo más rápido que puedas y refúgiate en un sitio con gente, que no estés aislado, el Pub por ejemplo.
-No, no pienso dejarte sola aquí – La ira volvía a nublarle la poca racionalidad que le quedaba.
-No estaré sola, Jude viene de camino ya te lo he dicho.
-No, además estoy me atañe a mí, estoy cansado de no entender nada, de que me ataquen, de que muera gente que conozco, necesito explicaciones.

Las piernas le traicionaron y tuvo que echar las manos hacia el suelo para evitar que las rodillas colapsaran contra el suelo. Instintivamente Sadie se echó hacia delante y lo sujetó por los hombros, deslizando sus manos por los omoplatos y hasta el cuello, donde entrelazó los dedos a modo de abrazo. Las manos de Rod dudaron, durante un segundo permanecieron inertes a ambos lados de su cuerpo, después lentamente fue subiendo la mano derecha hasta colocarla sobre la cintura de Sadie, en un abrazo poco natural y algo incómodo.
Ambos parecían necesitar el consuelo del contacto físico en ese momento, la tensión entre sus cuerpos palpable, la extrañeza del momento un tremendo condicionante para dejarse arrastrar por debilidades humanas pero aún así, Sadie no soltó el cuello de Rod y él no movió su mano de su cintura. Dejó caer su cabeza sobre su hombro e inspiró fuertemente, absorbiendo el olor de esa fina piel, aún más fina si cabe en el cuello que en las muñecas, y se dejó llevar por el calor que le hacían sentir los dedos en su nuca.
Su pelo sedoso rozaba contra su oreja y se preguntó cómo no se había dado cuenta antes de la delicadeza de esa mujer, sus encuentros anteriores habían sido muy breves y desde luego desagradables pero aún así, el mejor adjetivo que se le ocurría para describirla era exquisita.
Sadie pareció resignarse al hecho de que esta vez no podría deshacerse de Rod tan fácilmente, y eso la llenaba de inquietud, no podría concentrarse en protegerle si tenía que combatir con Archie y Anna, con o sin la ayuda de Jude, la situación era muy complicada.
El embrujo del abrazo se rompió con la misma rapidez que se inició cuando Sadie empezó a procesar cómo y por donde abandonar el cobertizo. La puerta estaba cerrada con llave, podría deshacerse de ella con facilidad, pero no creía que más momentos extraños e inexplicables fueran positivos para la tranquilidad de espíritu de Rod. No quería tener que explicarle porqué la cerradura cedía con facilidad entre sus dedos. Por el momento tendría que conformarse con movimientos seguros e incuestionables, al menos hasta la llegada de Jude.
La ventana parecía la opción más fácil, era lo suficientemente grande como para que Rod cupiera por ella, él era mucho más grande que ella pero aún así no creía que tuviera problemas. La parte positiva era que daba a la parte trasera de la casa, y por tanto era más difícil de controlar por Anna, la negativa es que no controlaba la parte delantera, y le preocupaba que Jude pudiera llegar antes de que pudieran advertirle, eso sería un gran problema.
-Vale yo saldré primero, me tiraré al suelo cuando salte y permaneceré agachada, tú haz lo mismo.
-No, yo saldré primero y te ayudaré a saltar.
Sadie rió – hazme caso, no es el momento para ser caballeroso, yo saldré primero y te haré una señal si está despejado. No saltes hasta que yo no te lo indique. Si no hay señal, o hay movimientos o ruidos en la casa te quedas en el cobertizo.
-Pero….
-Esto no es negociable…

Y acto seguido, el marco de la ventana cedió de un golpe seco, cuando Rod volvió a mirar Sadie tenía ya medio cuerpo fuera de la ventana. Primero aterrizó sobre su espalda, y recordó que su teléfono seguía en el bolsillo de su pantalón, donde lo dejó justo después de hablar con Jude. Apoyó la mejilla firmemente contra la fina hierba con la mirada fija en la casa, escrutando las ventanas minuciosamente en busca de movimientos o señales, no vio nada.
Levantó el brazo levemente y acto seguido sintió el cuerpo de Rod aterrizar junto al suyo, tan cerca que sus brazos se rozaban. Sadie se echó mano al bolsillo al mismo tiempo que empezaba a reptar sobre el suelo húmedo, sin mirar al teclado marcó el número que se sabía de memoria y esperó señal, cuando escuchó la voz al otro lado de la línea se paró, petrificada en el sitio.
-Vaya vaya, zorrita, parece que he cometido un error de principiante no registrando tus bolsillos, ¿cómo has conseguido soltarte?
-Pon a Jude al teléfono.
-Lo siento, no puede hablar, parece que ha tenido un pequeño problemilla con la boca…
Sadie se incorporó, Rod intentó tirar de ella hacia abajo de nuevo, para protegerla, pero ella no se dejó. Sólo al mirarla entendió que algo no iba bien, el pasar inadvertida ya no era una prioridad para Sadie.
-Como le hagas daño…
-¿Qué? ¿Qué vas a hacerme Sadie? Por cierto que tengo que reconocer que tu gusto en hombres sigue siendo exquisito…ya sabes que yo tengo debilidad por los especímenes de sangre caliente como tu protegido pero ¿este? Este ejemplar que tengo aquí me está haciendo la boca agua, pena que tenga la boca en condiciones poco óptimas para que utilice su lengua.
-Eres una sádica, abre la puerta de la casa, voy a entrar.
Sadie se levantó y miró a Rod, aún sentando en el suelo.
-Por favor, no me lo hagas más difícil, huye, puedes salvar tu vida si lo haces. Anna tiene a Jude ahí dentro.
Rod pareció sopesar por un momento la información, y por un instante se debatió entre salir corriendo de allí  y salvar su vida o permanecer junto a esa mujer misteriosa que parecía estar en todas partes y que estaba protegiéndole de un peligro desconocido para él, pero que sabía que era mortal. No le costó tomar una decisión.
-No, te lo he dicho antes – su voz era firme - no me iré, quiero saber qué sucede, porqué me quieren y por qué tú me proteges.
-Es que no podré protegerte ahí dentro, ¿no lo entiendes?
Casi gritó en su desesperación, la tozudez de Rod la exasperaba.
- La sádica de Anna tiene a mi mejor amigo, tiene a alguien que es muy importante para mí, alguien por quien moriría gustosa, y tengo la obligación de intentar liberarle. Para eso necesito poder pensar, poder ver qué estrategia seguir sin más preocupaciones, y no podré hacerlo contigo allí, me cuesta pensar de forma racional cuando estás cerca.
-Mira, no te conozco apenas, pero no sé qué sucede con mi vida y en mi vida y por eso no quiero irme esta vez, no quiero huir, quiero poder tener tranquilidad de nuevo, y vivir…
-Ya has sufrido bastante y …
-No, voy contigo.
Sadie suspiró, resignada a que nada de lo que dijera iba a convencerle de que lo mejor era huir.
-Está bien, cuando lleguemos a la puerta te colocarás detrás de mí, y esto no me lo discutas, quiero que te pegues a mí todo lo posible y que mantengas la cabeza baja, pase lo que pase no expongas tu cuerpo a Anna.
Extendió una mano y le ayudó a levantarse del suelo, cuando sus palmas hicieron contacto la sensación de calor volvió a extenderse por el cuerpo de Rod, mientras que un escalofrío recorría el cuerpo de Sadie. En ningún momento pretendieron soltar sus manos, y con las palmas firmemente una contra la otra se dirigieron con paso rápido hacia la puerta principal.
Antes de subir los escalones del porche Sadie posicionó a Rod contra su cuerpo, su pecho pegado totalmente a su espalda, las manos sobre su cintura para poder caminar uno detrás de otro sin tropezar. Antes de subir el último escalón tomó aire, apoyó ligeramente su cabeza contra el hombro de Rod en un gesto que pretendía reforzar la voluntad y los ánimos de los dos.
Justo cuando levantó el pie de nuevo la puerta se abrió, contra el marco y con expresión divertida Anna les esperaba apoyada.

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