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Jaimee caminaba por el andén en la estación de metro de Limehouse. Se dirigía con paso firme y rápido hacia las escaleras que desembocaban en Barnes Street. Sadie la había estado informando de los patrones habituales de comportamiento de Rod con el fin de que encontrara la ocasión más propicia para hacerse la encontradiza con él. Su propósito, conseguir que Rod la invitase a su casa, eso le permitiría poner una cámara de seguridad en su salón, tal y como Sadie le había pedido.

Una vez en el exterior volvió a comprobar la hoja en la que Sadie le había anotado las costumbres de Rod, miró su reloj: las 12.12, a tiempo para dirigirse al pub The White Horse, en White Horse Road, donde Rod solía parar a almorzar. Él solía almorzar sólo, eso le permitiría entablar conversación y ser más directa, tenía que serlo forzosamente para lograr su objetivo.

Desde la tienda de bebidas situada enfrente del pub Jaimee divisó a Rod cruzando la calle con el Guardian bajo el brazo, llevaba puesta una gorra y su flequillo, que tanto la hipnotizaba estaba totalmente oculto bajo la visera. Eso no evitó que Jaimee sintiera una punzada en el estómago, todo su cuerpo entraba en un alerta cada vez que veía las largas piernas de Rod embutidas en esos vaqueros tan desgastados, que colgaban precariamente de sus caderas, apenas sosteniéndose, y dando la impresión de que en cualquier momento terminarían por caer al suelo.

Desde allí pudo comprobar también que no se había afeitado, una ligera sombra oscura se asentaba en su mandíbula fuerte y definida. Las facciones de Rod eran muy masculinas, marcadas y prominentes pero sin resultar duras, para Jaimee eran perfectas.

Jaimee dejó pasar otros dos minutos antes de abrir la puerta del pub y escanear el local en su busca. Él ya estaba sentado en un taburete al final de la barra. Lo reconoció por sus inseparables zapatillas grises, el resto de su cuerpo estaba pertrechado tras el periódico.
Caminó con cierta vacilación, rogando que sus dotes de persuasión fueran suficientes para sus objetivos, pero temiendo al mismo tiempo que así fuera. Dudaba mucho que teniendo en cuenta la atracción tan enorme que sentía hacía Rod, pudiera permanecer en su casa mucho tiempo y resistirse al impulso incontrolable de probar sus labios, de sentir su cálido aliento en la punta de su lengua.

Sacudió un par de veces la cabeza como queriendo alejar de su mente esas imágenes que tan poco la iban a ayudar en ese momento, y situada a un metro escaso, comenzó a hablar.
- Vaya, últimamente parece que coincidimos en todos los pubs, dijo sonriendo.

Rod levantó la cabeza de la sección de nacional del periódico, miró a Jaimee sorprendido, pero cuando vio su sonrisa pícara y esos ojos brillantes clavados en su rostro fue imposible no devolverle la sonrisa.

- Pero bueno! Qué sorpresa!, hoy sólo nos falta el tercer elemento, mi guitarra – contestó.
Jaimee echó la cabeza hacia atrás en un gesto claramente seductor, que le permitía a la vez mostrar su cuello, suave y blanco y extender totalmente su melena, uno de sus grandes atractivos.

- No esperaba encontrarte aquí – continuó la conversación.

- Este sitio está muy cerca de mi casa, así que cuando no me apetece cocinar vengo aquí, los fish and chips son relativamente decentes y es un lugar tranquilo. ¿y tú?

- Yo tengo una amiga que vive muy cerca de aquí, tenía que devolverle unos libros y como tenía la mañana libre se los he acercado. Sólo me he detenido a tomar una coca-cola.
La conversación se detuvo por un momento y Jaimee sintió la tensión en su espalda, tenía que conseguir mantener la atención de Rod.

- ¿Alguna canción nueva para tu próxima actuación?

- Normalmente no ensayo ni programo nada, Paul y yo decidimos sobre la marcha qué canciones tocaremos, unos minutos antes de nuestro turno en el escenario. Es un poco caótico pero es un sistema que a nosotros nos ha funcionado bien así que no pensamos cambiarlo.

La expresión de Rod la desconcertaba, por un lado se veía que él tenía interés por continuar hablando, por otro unas finas líneas habían aparecido en su frente, como si estuviera pensando en algo más, casi como si su mente estuviera en otra parte.
Se echó hacia delante, apoyando los codos firmemente sobre la barra, elevándose sobre el taburete, dirigió su mano hacia el plato de Rod.

- ¿Me das una patata? He tomado algo con mi amiga pero tienen una pinta deliciosa. - Él movió su plato hacia ella. - Coge las que quieras.

Jaimee siguió hablando de música mientras él devoraba el contenido de su plato, en ocasiones asentía, en otras discutía alguna elección que ella hubiera hecho.

- …por eso creo que The Strokes me gustan tanto. -dijo Jaimee.

- Hum, en eso coincidimos, de hecho tengo muy presentes a The Strokes todos los días, en realidad siempre que estoy en casa, tengo la portada de This is it en la pared de mi salón.

- ¿En serio? Es increíble la cantidad de grupos que tenemos en común, claro que nunca había conocido a nadie con tanta cultura musical…

- Bueno, esa es la ventaja de no tener mucha vida social, tienes todo el tiempo del mundo para escuchar música.

- Me cuesta creer que alguien tan atractivo y tan interesante como tú no tenga mucha vida social – Jaimee se mordió la lengua, pero qué has dicho, sutil Jaimee, sin asustarlo. En realidad era un giro en su estrategia que no había planeado de antemano, pero la actitud de Rod ante su comentario le hizo darse cuenta de que la manera más sencilla de conseguir entrar en su casa era jugar con sus armas de seducción e intentar conquistarlo.

- ¿ Es un cumplido ?, la sonrisa de Rod se hizo aún más deslumbrante.

- Desde luego, a mí me gustas.

Rod se puso serio por un minuto, pero enseguida se dirigió de nuevo a ella con un gesto entre tímido y seductor.

Jaimee se humedeció los labios ligeramente con la lengua antes de posar su mano firmemente sobre el antebrazo de Rod, en un gesto claramente indicador de sus intenciones.

- ¿Te gustaría venir a mi casa? Podríamos tomar un té y escuchar algunos de mis vinilos, tengo algunas canciones que estoy seguro te van a encantar.

 - Me encantaría.

A Jaimee le gustó mucho el ambiente que se respiraba en el piso de Rod, había cierto desorden y se notaba a la legua que era un lugar eminentemente masculino.
Lo primero que ella notó es que olía como él. Rod tenía un olor muy peculiar, un aroma intenso muy varonil sin ningún tipo de perfume, y que identificó como “puramente Rod”, su casa olía exactamente igual.

Aprovechó el momento en que él se encontraba en la cocina calentando agua para el té para inspeccionar cual sería el mejor lugar para colocar la mini cámara inalámbrica que llevaba en el bolso. Tenía que ser un lugar discreto e imperceptible para Rod, pero que permitiera a su vez obtener una buena panorámica del lugar.

Una de las estanterías situadas en la pared del fondo contenía varias cajas en la balda superior, y Jaimee pensó que el lugar era perfecto, al estar elevado se podría ver no sólo el salón sino la entrada hacia los dormitorios. Situó la cámara entre dos cajas, por la cantidad de polvo que tenían no debían moverse muy a menudo, lo cual la convenció finalmente que no encontraría un lugar mejor.

Cuando Rod volvió con dos tazas de bebida humeante Jaimee estaba aún frotando sus manos en la parte superior de sus pantalones deshaciéndose del polvo acumulado al colocar la cámara. En algún momento se había descalzado y caminaba hacia ella con los pies desnudos, los vaqueros desgastados que inundaban sus sueños y una camiseta blanca de manga corta, algo desvaída.

Rod colocó las tazas sobre la mesa de centro y con una mano le hizo un gesto para que se sentase junto a él en el sillón, su otra mano sostenía un mando a distancia, cuando lo apretó la estancia se inundó de la música de The Strokes.

Jaimee sonrió - ¿te importa si me descalzo yo también?

- No adelante, ponte cómoda, estás en tu casa – Los ojos de Rod habían ganado en intensidad, y su actitud había adquirido cierto nerviosismo. Su mirada recorría su cuerpo con un nuevo interés, y se posó en un lugar indeterminado entre su escote y su estómago, antes de volver a ascender por su cuello y posarse en sus labios.

Ella no dejaba de pensar que esto no entraba dentro del plan, que  ya había cumplido con su cometido y ahora debía encontrar alguna excusa, tomarse su té y salir de allí. Pero no encontraba la voluntad para hacerlo, la fuerza de su atracción magnética hacia Rod la mantenía sentada en ese sillón, junto  a él, tan cerca que podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo hacia el suyo.

A medida que las canciones avanzaban también lo hacían sus cuerpos, estaban sentados tan próximos que sus brazos se rozaban. Jaimee no pudo resistir dirigir su mano hacia el flequillo largo y desaliñado de Rod, su pelo se sentía suave contra sus dedos.

- Me encanta tu pelo.

- A mí me gusta el tuyo-  él imitó el gesto y enredó sus dedos en la larga melena de Jaimee.

- Me gustan tus labios- dijo ella recorriendo su labio inferior con su dedo índice, suavemente, desde una comisura a la opuesta, hipnotizada por la punta de su lengua, que se intuía al fondo de sus labios entreabiertos.

- A mí me gustan los tuyos-, Rod situó sus dos pulgares sobre los labios de Jaimee – cada uno en un extremo, curvando su rosada piel un poco más.

- Me gusta tu mandíbula-. En esta ocasión las manos de Jaimee se posaron a ambos lados de su cara, acariciando con las puntas de sus dedos la fina piel de debajo de los ojos.

- A mí me gusta tu nariz-. Rod deslizó su dedo desde el entrecejo hasta la punta, y desde allí de nuevo a la boca. Esta vez ella aprovechó la oportunidad y cuando sintió el dedo de Rod en sus labios le dio un ligero beso sobre la yema, muy despacio.

- Me gusta tu cuello. -Jaimee se elevó sobre sus rodillas e inclinó su cuerpo hacia él, con su nariz recorrió toda la curva de su cuello, desde el borde de la camiseta hasta el mentón. Inhaló profundamente por la nariz aspirando todo su aroma hasta llenar sus sentidos.

- Me gustan tus orejas. Esta vez fue él quien se impulsó desde las rodillas para posar sus labios delicadamente en el lóbulo de su oreja izquierda, recorriéndolo ligeramente con sus dientes. Jaimee se estremeció con un escalofrío de deseo, su lujuria empezaba a ser incontrolable, y tenía que concentrarse profundamente para no lanzarse encima de él y despojarle de toda su ropa.

Rod se quedó allí, sus piernas situadas a ambos lados de las de ella. Jaimee podía sentir su erección contra su muslo, y se alegró de que al menos él parecía estar sintiendo lo mismo que ella en ese momento.

Durante un breve momento sus ojos se encontraron, para posarse enseguida en los labios del otro. Sus rostros se aproximaron hasta que sus frentes estaban una contra otra, Jaimee inclinó ligeramente la cabeza para dar a Rod un mejor acceso, él entrelazó sus manos en su cuello y finalmente la besó, primero con besos ligeros, suaves, roces de labio contra labio, lentos pero intensos.

Permanecieron así unos minutos, Jaimee había llegado a su punto de no retorno, ahora no había manera de que  interrumpiera lo que estaba pasando, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que sintió otro cuerpo sobre el suyo, y se sentía saturada de Rod, casi embriagada.

Cuando él abrió ligeramente sus labios para respirar más profundamente Jaimee aprovechó la ocasión para tentativamente introducir su lengua en su boca. Rod gimió audiblemente contra sus labios y apretó aún más su erección contra su pierna. Ella movió ligeramente la pierna hacia arriba permitiendo algo de fricción, Rod gimió aún más alto, y en ese momento la pasión se desbordó y sus besos pasaron a ser un frenesí de labios, dientes y saliva.

Jaimee empujó a Rod contra el brazo del sillón y se situó a horcajadas sobre él, su sexo contra su erección, en un movimiento continuo de arriba abajo, que provocaba una sensación muy intensa, a pesar de la barrera de los vaqueros. Paró por un momento para quitarse la camiseta, clavando su entrepierna aún más sobre la de él se quitó el sujetador. Las manos de Rod se dirigieron inmediatamente a sus pezones, aprisionándolos entre sus dedos índice y pulgar.

Rod elevó sus caderas contra las de Jaimee una vez más.

- Si quieres que paremos este es el momento, me estás volviendo loco.

- Ni hablar, quítate la camiseta – Rod se irguió todo lo que pudo con ella sentada encima y se quitó la prenda, las manos de Jaimee recorrían de forma frenética sus hombros, sus pectorales y sus músculos abdominales en tensión por la postura.

- Quítate los pantalones.

- Tú primero – dijo él.

- Los dos al mismo tiempo.

Casi como accionados por un resorte los dos se pusieron en pie a la vez, luchando torpemente con los botones de sus pantalones y agitando las piernas para conseguir desprenderse de ellos lo más rápido posible.

- Eres preciosa – dijo Rod contemplando la figura de Jaimee contra la luz del ocaso que se filtraba por las ventanas.

- Tú eres maravilloso – dijo ella, en un estado de estupor que le impedía pensar con claridad.

Jaimee volvió a empujar a Rod contra el sillón, una vez desnudos ambos. Antes de posicionarse contra el respaldo, abrió una caja situada sobre la mesita:

- Condón – dijo, mostrando a Jaimee el envoltorio cuadrado y plateado.

Ella se lo quitó rápidamente de las manos, se situó sobre él y en un movimiento firme y rápido lo colocó sobre su sexo. Rod echó la cabeza hacia atrás, sobre el respaldo del sillón gimiendo gravemente cuando sintió a Jaimee deslizarse despacio sobre él hasta quedar completamente dentro de ella.

A partir de ese momento todo fueron gemidos mutuos, gruñidos, sudor y caricias interminables. Jaimee se movía sobre Rod con movimientos rítmicos y acompasados con las acometidas de él, que elevaba sus caderas para encontrarse con las de ella cada vez que ella descendía sobre él.

Puro éxtasis, deseo crudo y palabras y frases incoherentes se mezclaban en el aire, hasta que Jaimee se agarró fuertemente a los hombros de él y se dejó llevar por oleada tras oleada de pura enajenación, y Rod dejó que el placer le desbordara, con los ojos cerrados y las manos firmemente posadas sobre sus caderas.

Jaimee dejó caer su rostro sobre el pecho de Rod, absolutamente consumida por uno de los momentos más intensos de toda su vida.

Cuando ambos recuperaron el ritmo de su respiración ya había oscurecido completamente. Jaimee se levantó del regazo de Rod y se sentó a su lado en el sofá, el pelo alborotado y los labios rojos e hinchados de los besos compartidos.

Rod se inclinó hacia ella y le dio un ligero beso en la frente antes de incorporarse camino del baño, miró su reloj -tengo que ir al Pub – comentó. Jaimee asintió, el momento de pasión había pasado y el actual era un poco más incómodo. Para ella había sido fantástico, se había sentido tan viva sentada sobre su regazo… Pero la realidad se imponía una vez más, él se estaba preparando para marcharse y ella tendría toda la noche para recordar lo sucedido.

Mientras Rod se cambiaba de ropa no podía evitar sentirse vacío. Solía sucederle tras el subidón del sexo casual, aunque la experiencia para él había sido muy buena y se había divertido enormemente, en la soledad de su cuarto sabía que los efectos en su corazón habían sido nulos. Jaimee le caía muy bien, era una mujer encantadora pero él quería algo más, y esa necesidad solía ser más intensa en instantes como este, cuando se metía rápidamente en la ducha para borrar de su cuerpo el olor de otro que no le había dejado ninguna huella que mereciera la pena conservar.

Caminaron juntos hacia el metro y Jaimee pretendió preferir coger un taxi, aparentemente se separaron allí. Rod la abrazó con cariño pero ya sin la pasión que les acompañó antes y Jaimee respondió al abrazo con efusividad, enredando sus brazos en su cuello, aprovechando los últimos segundos del contacto entre sus cuerpos.

Cuando le perdió de vista en las escaleras, esperó 30 segundos antes de seguir sus pasos, y oculta en las sombras del andén se dispuso a seguirle hasta el Pub, momento el que terminaría su vigilancia y quedaría solo a merced de sus recuerdos.

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