Jude

Sadie siguió a Hayden con la mirada y vio cómo se acercaba hasta una cabeza pelirroja a la que le susurró algo al oído. Ambos se pararon en seco, discutieron en voz baja y se separaron de mal humor.

Cuando pudo reaccionar se dio cuenta de que había perdido de vista por completo a Rod y un escalofrío le recorrió la espina dorsal de arriba abajo. Buscó desesperadamente el impermeable negro entre las cabezas de viandantes sin éxito. Instintivamente se llevó la mano al bolso buscando una falsa seguridad en el frío metal.

Con un creciente nerviosismo se subió a un poyete cercano con la esperanza de hallar desde las alturas respuesta a su impotencia pero pese a creer reconocerle erróneamente en un par de cabezas, Rod seguía desaparecido.

No sabía hacia dónde dirigirse. ¿Seguía a Archie? ¿Seguía a Hayden? Y mientras, la indecisión la mantenía con los pies pegados en el mismo lugar.

Sadie, piensa, Sadie, piensa. Reacciona. Cabeza fría. Cabeza fría. Piensa, piensa ¡ya!

Estaba bloqueada. No sabía qué hacer. Odiaba la situación y se odiaba a sí misma en ese momento. No soportaba cuando las cosas se le escapaban de las manos. Tantas horas planeando estrategias para que, en un segundo, se fuera todo al garete.

Había bastado un acercamiento de Hayden para darse cuenta de que no había contemplado que eso ocurriera y no tenía una forma estudiada de actuar.  Cuando estaba a punto de tirar la toalla y volver hacia el apartamento esperando lo peor un autobús con una foto de Jaime Oliver pasó detrás de ella.

¡Eso es!

Patterson. A quien tenía que seguir era al chico. Y por el camino que había tomado y el día de la semana que era estaba casi segura de que iba al supermercado a hacer la compra semanal.

¡Qué tonta! ¡Cómo no había caído antes!¡Tiene que ser eso! Por favor que esté, por favor que esté.  Se repetía sin cesar.

Corrió rumbo al Sainsbury’s todo lo rápido que sus pies y la muchedumbre le permitían. Entró atropelladamente saltándose los torniquetes de entrada y pidiendo entrecortadamente perdón a un par de personas a las que había medio arrollado a su paso.

Y allí estaba. En la zona de alimentos orgánicos. Mirando aceites de oliva ajeno a todo lo que había ocurrido. Sadie se apoyó en las rodillas para recuperar el resuello mientras observaba cautelosamente a su alrededor. Ni rastro de Archie ni Hayden.

***

Una hora más tarde, mientras, ya de vuelta a su apartamento, observaba con la mirada perdida las imágenes que del vacío descansillo emitían las mini cámaras, seguía dándole vueltas a lo sucedido de forma obsesiva.

Una llamada al móvil la sacó del ensimismamiento. Era Jaimee. Por el tono de voz parecía asustada,

- Acabo de entrar en nuestro despacho y creo que han estado tocando tu mesa. No es que esté todo revuelto como si hubieran robado, pero los informes de sangre que nos trajo ayer Morgan están desordenados y uno de tus lápices de memoria enchufado al ordenador. Aquí no ha entrado nadie desde que saliste tú ayer. No sé, igual son imaginaciones mías pero como me dijiste que te llamara por cualquier cosa que me pareciera rara…

Conoció a Jaimee a través de Jude unos años atrás. Era una estudiante de medicina que estaba muy desorientada y no paraba de meterse en un lío tras otro. Malos impulsos que no sabía reprimir y que la llevaban a cometer actos que, debido a su juventud y torpeza, acababan llevándola arrestada la mayor parte de las veces. Por delitos menores. Pero reincidía. No era capaz de salir del bucle.

Jude, como buen policía, era un fantástico analista de personas y podía detectar a la legua dónde se mezclaba la mala suerte con la falta de maldad. Decidió intervenir directamente y la puso en contacto con Sadie. Ésta la acogió como una hermana pequeña sin pedir mayores explicaciones. Cualquier cosa que le pidiera su amigo la hacía. Solicitó una becaria en prácticas a la dirección del hospital y le proporcionó trabajo. Le ayudó a alquilar un pequeño apartamento adelantándole la fianza que pedía el dueño. Durante varios meses se convirtió en su sombra y le orientó en su nuevo modo de vida.

Jaimee por ello le estaría eternamente agradecida. Idolatraba a Sadie por sus conocimientos científicos, por su buen humor, por su ilimitada paciencia con ella. Estaría a su lado para todo lo que le pidiera, por extraño que fuera. Como en este caso. Pese a que Sadie le había contado toda la historia, ella no tenía muy claro su papel como guardaespaldas dado el nivel de violencia que, según parecía, empleaban los implicados. Pero se sentía tremendamente agradecida por la confianza que había depositado en ella y estaba más que dispuesta a no fallarla de ningún modo. Había momentos en los que su inseguridad crónica se hacía más evidente de lo deseable, pero luchaba concienzudamente para no dejársela ver a su jefa.

Lo que Jaimee no sabía es que Sadie estaba prácticamente segura de que no harían daño a Patterson en público y por eso le había encomendado tenerle vigilado en sus horas de trabajo. El único riesgo estaba en la media hora previa a la apertura y la vuelta a casa. Antes de abrir, el hecho de que siempre estuvieran tanto Paul como el resto de camareros reducía en mucho las posibilidades de un ataque. La vuelta estaba controlada por Jude de forma sumamente discreta. Por lo tanto su ayudante estaba a salvo.

- Mmm… informa del hecho a la dirección y pídele a seguridad que te deje visionar las cámaras del pabellón. Hume es el encargado, habla directamente con él. Vuélveme a llamar con cualquier cosa sospechosa que veas. Y no te preocupes ¿de acuerdo?
Tras colgar a Jaimee, marcó de memoria el número del móvil de Jude. Increíblemente la estaba buscando porque quería comentarle un asunto.
Sadie empezaba a preocuparse seriamente.
***
Jude se pinzó el puente de la nariz y arrugó el ceño.

- Vamos a ver. Has visto a Hayden y a Archie siguiendo a Patterson. Hayden te dice que te vayas de Londres y se dispersan. Y luego Jaimee te avisa de que han entrado en tu despacho. ¿Es así?

- Justo, sí.

- Vale, pues me surgen varias preguntas que necesitaría que me aclararas si quieres que te ayude.

-Para eso te he pedido que vengas, para ayudarme a ordenar las cosas. Sabes que me fío mucho de tu instinto.

Jude sonrió aunque su mirada denotaba el trabajo intenso que se desarrollaba dentro de su cabeza.

- Empecemos por el final ¿quién crees que puede haber entrado y qué podría estar buscando?

Sadie ya había pensado en eso y creía tener una respuesta bastante certera.

- Creo que son ellos, si siguen a Patterson es que quieren su sangre. Después de darle muchas vueltas yo creo que averiguaron el parentesco, dieron con la dirección y cuando entraron se encontraron con su madre inesperadamente. Por ello imagino que están tardando en volver. Habrán pensado que tenían mal la dirección o algo. Pero es cuestión de horas que recuperen la pista.

Jude asintió

- Y si entran en mi despacho es que buscan la fórmula del compuesto que creé y que les hizo… cambiar. Pero es inútil. Ahí no la encontrarán. Lo que no sé es para qué la quieren. ¿Querrán cambiar a más gente?

La idea se había estado fraguando en su mente desde que la llamó Jaimee pero al oírse a sí misma diciéndola en voz alta se estremeció de manera evidente.

- Mmmm, lo dudo. Si realmente consiguieron ser tan poderosos como te dijeron, no creo que quieran compartirlo con más. El poder tiende a ser egoísta. A mí lo que me sorprende es no se hayan matado entre ellos después de tanto tiempo. Aunque bueno, de Anna no sabemos nada desde hace unos años.

- ¿Entonces? – Sadie se hundió en la silla un poco más. Lo único que tenía medio claro y se lo acababan de desmontar totalmente.

- No sé. Estoy tan confundido como tú. No estaría nada mal poder localizar a Hayden, que es el más comunicador, para que tratara de decirnos algo. Apuesto lo que quieras a que ahora que está en Londres se dará una vuelta a ver a su hermana a la residencia. Pondré a algún hombre de confianza para que esté al tanto.

Adoraba a Jude. Era muy ágil de mente y siempre tenía una solución para cada problema. Sus largos años de experiencia le habían dado una claridad y una serenidad que le habían resultado de lo más útil a Sadie en más de una ocasión.

- Te lo agradezco muchísimo. – Y le dio un beso en la frente.

- No me pelotees y hazme caso de una vez. Deja que la Brigada se encargue del caso. Llevamos mucho tiempo esperando a cazarles con las manos en la masa para hacernos cargo de ellos. Esta sería la gran oportunidad.

- Sabes que no puedo. No puedo confesar lo del experimento sin que tenga consecuencias para mí. Adiós a mi vida como la he conocido hasta ahora. No, no. Ya me arrepiento yo lo suficiente y cargaré con ello sobre mis hombros para siempre.

- Y tú sabes que podría interceder ante el Consejo. Tu pena se rebajaría a lo mínimo. ¿Por qué no lo intentas y descansas de una vez?

Sadie lo había sopesado en innumerables ocasiones, era tentador, pero sabía que había cometido un error y que se lo harían pagar de alguna manera.

- Gracias pero no. Lo estropeé yo y yo lo arreglaré. No sé cómo, pero lo haré.

- Como quieras, pero mi proposición siempre está abierta. Sabes que tengo muchos contactos.

Sadie asintió y le dio una palmadita en el hombro.

- Volviendo al tema, nos queda Patterson. ¿Qué piensas hacer? ¿Cuál es tu plan? ¿Cómo pretendes protegerle de ellos?

- No voy a tener que protegerle. Por eso no quería tu arma. Si se acercan a él pretendo interponerme. A mí no me harán daño y espero poder dialogar con ellos.

- Estás medio loca. – Jude soltó una risa socarrona que resonó en toda la desnuda habitación- Tantos años y tan ingenua.

- No, escucha. Estoy convencida de que volverán a intentarlo, seguro, y que volverá a ser en su casa, donde pueden actuar más cómodamente. Pretendo jugar con el efecto sorpresa que causaré. Me he cronometrado, en menos de 30 minutos estoy en su apartamento. Y como tengo cámaras en la puerta de entrada y el descansillo, les voy a ver venir y puedo llegar antes que ellos. Me van a escuchar. Tienen que escucharme. No les queda más remedio.

El policía arrugó de nuevo el ceño.

- Pero tú no puedes entrar, Sadie. Y además, esto que me cuentas es si entran por la puerta…

- ¿Cómo?- Sadie estaba perpleja.

- Por eso venía para aquí a hablar contigo. Examiné la puerta del apartamento y no estaba forzada. Eso me despistó durante varios días. Releyendo el informe recordé que la ventana de la habitación estaba abierta así que antes de ayer volví y examiné el tejado del edificio. Encontré unas muescas y unos agujeros. Lo mandé analizar y, ahorrándote los detalles técnicos, te diré que me acaban de confirmar que alguien se dejó caer desde el tejado con un equipo de alpinismo.

- ¡Cómo! – Repitió una Sadie estupefacta.

- Me temo que tendrás que conseguir meter una cámara en su apartamento y permiso para acceder a él.

Sadie empezó a marearse y en ese momento decidió que encomendaría la misión de la cámara a Jaimee y que necesitaba urgentemente ver a Víctor.

***

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