Sadie se detuvo ante la puerta de Víctor. No le había avisado así que era más que probable que no estuviera en casa. Y de estarlo, seguramente no fuera solo.
Llegó hasta ella el sonido amortiguado de la música a todo volumen del interior. Respiró hondo y llamó al timbre. La sola idea de verle le aceleraba el corazón. Nunca se había querido rendir a sus emociones hacia él. La cabeza le decía que no era buena idea, así que lo que opinara su corazón era irrelevante.
Víctor abrió la puerta y esbozó su más radiante sonrisa. Sus azules ojos reflejaron que se alegraba sinceramente de verla.
-¡Sadie!
-Hola Víctor, espero no venir en mal momento - él la cogió de la mano y de un suave tirón la introdujo en el piso.
-Nunca es mal momento para ti.
***
Jaimee tenía esa sensación incómoda de que algo no iba bien que le solía acompañar tras intimar con alguien demasiado pronto. Era evidente que lo habían pasado bien juntos, pero no había duda en que Rod no sentía nada parecido a lo que sentía ella.
Ella se hubiera quedado abrazada a él toda la noche. Él prácticamente había huido a la ducha. No era buena señal.
Cuando le vio entrar en el pubsano y salvo, cogió un taxi y se dirigió al hospital con la cabeza bullendo en mil pensamientos.
Al llegar decidió intentar no pensar en él y centrarse en lo que tenía que hacer a continuación. Se acercó a la sala de seguridad del sótano, en el ala más vieja del edificio. Llamó a la puerta. Hume, el viejo escocés que llevaba años a cargo del departamento la recibió con el semblante serio.
-¡Jaimee! Qué casualidad. Estaba a punto de llamaros.
-Sr. Hume, ¿va todo bien?
-Tengo aquí algo que me ha llamado la atención. Ven.
Jaimee tragó saliva. El tono de Hume, habitualmente jovial, sonaba demasiado serio.
-Verás, ayer, durante mi ronda nocturna creí ver torcer la esquina de vuestro pasillo a alguien. Me resultó raro, porque allí abajo no suele haber un alma, valga el chiste. Decidí mirar más tarde las cintas, pero la verdad es que después me enfrasqué en mis cosas y se me olvidó el asunto. Hoy en casa lo he recordado y he echado un vistazo a la cinta nada más llegar. Tonterías de viejo, pero no me iba a quedar a gusto hasta revisarla.
Ya sabes que nuestro sistema es tan antiguo que están a punto de jubilarlo, así que no se ve demasiado bien. He pasado la cinta al PC para intentar dar un poco de nitidez la imagen y esto es lo que he visto. Quería hablar con vosotras antes de avisar a la policía.
Jaimee se acercó al monitor del PC con un mal presentimiento en el cuerpo. Hume activo el vídeo. A Jaimee se le dio la vuelta el estómago.
Vio salir a Archie del laboratorio. Lo reconoció sin problemas por las fotos que le había mostrado Sadie. Iba metiéndose la mano en el bolsillo. Era imposible ver si se había guardado algo o no, aunque a Jaimee no le cupo ninguna duda.
Archie miró a la cámara y pasó tocando una guitarra imaginaria. Sonrió a la cámara consciente de que estaba siendo grabado y desapareció del campo de visión.
Un instante después, su cabeza volvía a aparecer justo delante de la cámara. Puso la mano en su cuello e hizo el gesto de rebanarse el pescuezo mientras sacaba la lengua hacia un lado.
Jaimee tuvo que sujetarse a la mesa para que no se notara el temblor de sus rodillas.
-Es Víctor- mintió a Hume- el novio de Sadie. Seguramente vino a buscarla pensando que tenía turno de noche. Siempre hace el bobo cuando ve una cámara.
Hume la miró sorprendido.
–Pues por tu cara no parece que sea ninguna broma. ¿Seguro que es él? Creo que voy a poner esto en manos de la policía.
Jaimee tomó aire e intentó que su voz sonara natural. –Bueno, haz lo que debas, pero definitivamente es Víctor.
-Ahora que lo pienso, ¿para qué venías tú? No te he dado tiempo a hablar.
-Bueno, no era nada, solo quería saber si tenías alguna cinta virgen VHS para prestarme… Pero no te molesto más, veo que estás ocupado.
Jaimee salió maldiciéndose por mentir tan mal. A no ser que Hume fuera tonto de remate se habría dado cuenta de que no había dicho una sola verdad desde que entró.
En cuanto se cerró la puerta apresuró el paso. Sacó el teléfono para llamar a Sadie. Pero el pulso le temblaba tanto que el teléfono se le cayó al suelo. Al agacharse a recogerlo, una mano se le adelantó. Hume le acercó el aparato. -¿Seguro que estás bien? Me parece que tienes mal aspecto.
Jaimee notó que los ojos se le comenzaban a poner llorosos. Cogió el teléfono bruscamente.
-Estoy perfectamente.
Y salió todo lo rápido que pudo mientras marcaba desesperadamente el teléfono de Sadie.
No recibió respuesta. Dejó un atropellado mensaje en el buzón explicándole lo que acababa de ver. No le cabía la menor duda del significado de los gestos de Archie. Rod estaba en peligro. Y en un peligro inminente.
Cogió otro taxi que, gracias a una generosa propina la llevó casi volando a Wapping High Street. Jaimee salió del coche preguntándose qué hacer, cómo proteger a Rod si Archie intentaba hacer algo. Aunque era buena luchadora tras años de taekwondo, por las historias que le había contado Sadie sabía que tenía muy poco que hacer frente a él.
Ya había anochecido y el callejón de entrada al pub aparecía como siempre casi apagado. El pequeño farol y las luces de neón del pub proporcionaban una luz del todo insuficiente. A Jaimee se le antojó el escenario perfecto para un ataque.
Al mirar a la puerta del pub, otro sentimiento sacudió su estómago. ¿Qué le iba a decir a Rod? Si aparecía de pronto en el bar tras la fría despedida, seguramente la malinterpretaría. Lógicamente pensaría que estaba aquí para aclarar las cosas o para estar un rato más con él.
Una figura que entraba rápidamente al pub disipó todas sus dudas. Hayden había pasado casi por su lado y ni se había dado cuenta absorta como estaba en sus pensamientos. Jaimee entró corriendo tras él. Echó un rápido vistazo. Rod servía cervezas tras la barra mientras en el escenario un grupo de músicos afinaba instrumentos y amplificadores para comenzar su actuación en unos minutos.
A unos cuantos metros de Rod y mezclado con la gente que se agolpaba frente al escenario, estaba Hayden. Inconfundible con sus casi dos metros de alto y su nariz respingona. No parecía peligroso. Pero Jaimee sabía que sí lo era, y mucho.
***
Sadie salió de casa de Víctor sonriendo. Sus visitas siempre eran cortas pero terriblemente satisfactorias. Él la acompañó hasta el ascensor. Iba poniéndose de nuevo la camiseta negra que Sadie le había quitado. Se despidieron con un fuerte abrazo.
-Vuelve pronto tonta. Te echo de menos si tardas tanto…
Sadie salió del edificio. Nada más pisar la calle, su móvil vibró furiosamente al recibir unos cuantos mensajes seguidos. Escuchó espantada las noticias de Jaimee y subiendo a un taxi se dirigió al pub a toda prisa maldiciendo al tráfico y al conductor.
***
Hayden dio unos pasos hacia la barra. Jaimee estaba paralizada. No sabía qué hacer. Rod no la había visto aún. Hayden se acercó aún más y cuando Rod se acercó a atenderle le pidió algo casi al oído. Le sirvió una cerveza.
Jaimee decidió actuar. Ya se le ocurriría algo que decirle a Rod. De momento no iba a dejar que Hayden se acercara más a él. Llegó hasta la barra y se puso al lado de Hayden, que la miró de arriba a abajo. Rod se sorprendió al verla. La saludó levemente con la cabeza y se alejó a servir a los clientes. Jaimee sintió de nuevo ganas de llorar.
Pero no tuvo tiempo. Hayden la cogió del brazo haciendo que se girara hacia él.
-Hola Jaimee. Creo que no nos conocemos personalmente, ¿sabes quién soy?
-Hayden, claro. Sadie me ha hablado de ti. Parece ser que fuiste alguien agradable en algún momento de tu vida.
Hayden sonrió. –Bien, veo que Sadie ya te ha contado lo nuestro. Supongo que sabes que ella es la culpable de todo esto.
Aunque tenía unas facciones agradables, su sonrisa era siniestra. Jaimee se soltó de su brazo con un gesto brusco.
-Suéltame. Ella no tiene la culpa de nada, cada uno elige lo que es.
Hayden la volvió a coger del brazo, esta vez más fuerte.
-Ya le avisé y ahora te aviso a ti. Manteneos al margen o esto acabará mal.
Jaimee se intentó soltar, pero Hayden la sujetaba fuertemente. Acercó la cara a la de Jaimee. Tanto que ella notó su aliento en el rostro. Sus ojos, antes verdes, se oscurecieron al ordenar asperamente:
-Fuera de nuestro camino.
Rod miró de reojo a Jaimee. Su expresión le dijo que algo no andaba bien. Dejó a medias la cerveza que estaba sirviendo y se acercó a toda prisa.
–Jaimee, ¿quieres pasar detrás de la barra?-dijo sin quitar la vista de Hayden, que por fin le soltó el brazo.
-Toda tuya Patterson.
Rod se quedó mirándole en actitud desafiante. Hayden se dio la vuelta y desapareció entre la multitud. Jaimee estaba pálida y no podía ocultar el temblor que la sacudía.
Rod la empujó suavemente haciéndole un gesto.
-Ven adentro. Vamos a hablar.
La actuación comenzó. Un elevadísimo sonido de guitarras y batería se adueñó del pub haciendo imposible escucharse. Rod cogió su botella de cerveza y cogiendo a Jaimee de la mano, salieron por la puerta de atrás.
Ella supo que era un error en el momento que puso el pie en la calle. Un escenario perfecto, recordó.
***
Sadie estaba entrando en un estado de histeria. Todos los semáforos de Londres se iban poniendo en rojo a su paso. Un sentimiento de culpabilidad y de desesperación se adueñaba de ella. ¿Cómo había podido ser tan tonta de dejar su ordenador encendido? Y con los datos de su investigación sin encriptar. Normalmente tomaba todo tipo de precauciones con sus archivos, pero los acontecimientos de los últimos días le habían hecho despistarse.
¿Qué habrían encontrado? No le preocupaba su investigación científica. Tenía la fórmula a buen recaudo, pero los datos acerca de Rod, sus costumbres, horarios, direcciones… todo estaba en un archivo desprotegido. Si habían topado con él sabrían dónde encontrarle en cada momento, y el gesto que le había descrito Jaimee por teléfono no dejaba lugar a dudas acerca de las intenciones de Archie.
Una pregunta le martirizaba ¿Qué querían hacer con él? Que querían su sangre era evidente, pero ¿se conformarían con sacarle un par de litros? ¿Qué harían con él después? La respuesta más obvia le aterraba. Se habían involucrado tanto en la protección invisible de Rod, que ahora no podía permitir que nada le pasara. Su sangre era demasiado valiosa, podía ser la cura de todos los que eran como ella. Y por otro lado estaba Jaimee. Parecía que se había encaprichado de verdad con él. No podían permitir que le pasara nada.
***
Rod bajó el par de escalones que le separaban del suelo y se giró para encontrarse de frente con Jaimee.
El viejo callejón aparecía desierto. La tenue luz del único farol anclado sobre los oscuros ladrillos de la pared apenas conseguía iluminar un par de metros. El resto de la calle sólo se adivinaba entre la penumbra.
Jaimee miraba nerviosamente a su alrededor. Su expresión no era la que él esperaba. Estaba asustada, y mucho. Rod se empezó a preocupar.
-Jaimee ¿Quién era ese tipo? ¿le conocías? ¿qué quería? ¿y cómo es que sabe mi nombre?
Ella le cogió la mano y dio un pequeño tirón.
-Rod, volvamos dentro, tengo algo importante que explicarte pero no aquí…
De pronto, su mirada asustada se transformó en puro terror. Archie avanzaba hacia ellos desde la oscuridad del callejón. Jaimee sintió que sus piernas flaqueaban.
-Vaya, mira qué casualidad. Justo a quien andaba buscando.
Rod se giró para enfrentarse a un enorme pelirrojo que si bien era de su altura, su corpulencia hacía que él pareciera insignificante. Caminaba hacia ellos despacio. Con una seguridad aplastante. Se detuvo a unos pasos de Rod.
Jaimee se interpuso entre los dos, empujándole hacia atrás.
-Archie, por fin nos conocemos. – Dijo Jaimee intentando con todas sus fuerzas transmitir una confianza que estaba muy lejos de sentir.
-Creo que no es momento para presentaciones. Esto no va contigo. Quítate de en medio. - Archie hablaba despacio. Su voz cavernosa resonó en el fondo de la calle.
Jaimee tragó saliva. Sabía que tenía muy poco que hacer frente a él. Le doblaba en tamaño. Ella era ágil y seguramente le cogería desprevenido si se enfrentaba a él. Contaba con el factor sorpresa, pero nada más. Miró ansiosamente a su alrededor buscando ayuda. Nadie.
-Tendrás que quitarme tú.- dijo con el tono más desafiante que pudo.
Rod la cogió de la cintura e intentó apartarla:
– Jaimee, ¿Qué estás haciendo?, déjame a mi manejar esto.
Jaimee giró la cabeza, miró a los ojos de Rod deshaciéndose de su mano y le empujó hacia atrás. Su mirada reflejaba miedo, pero también determinación.
–Aléjate Rod, no sabes quién es ni lo que quiere.
Archie dio un paso hacia ellos.
-No te lo voy a repetir- dijo elevando la voz – apártate y mantente al margen. - Se notaba a las claras que estaba perdiendo la paciencia.
El sonido de la puerta de un coche rompió el silencio de la noche. Unos pasos se acercaron corriendo.
Jaimee vio por el rabillo del ojo a Sadie. Suspiró de alivio. Entre las dos tendrían una oportunidad. Su mirada mostró a Archie que apartarse era la última de sus intenciones.
Archie también la vio acercarse, ahora no lo tendría tan fácil. Decidió terminar cuanto antes.
-Tú lo has querido- murmuró mientras sus ojos se tornaban negros como la noche.
De su garganta salió un gruñido que parecía más animal que humano. Jaimee dio un empujón a Rod que le lanzó varios metros hasta dar contra la oscura pared del fondo del callejón. Allí se quedó mirando estupefacto lo que estaba ocurriendo delante de sus ojos.
-Patterson, ¡no te muevas de ahí!- le gritó Sadie mientras corría hacia Archie.
Archie saltó hacia Jaimee con los brazos extendidos hacia adelante. Sus manos no parecían manos, se asemejaban más a garras con afiladas uñas que se cerraron en torno a la garganta de Jaimee.
Ella, haciendo un brusco giro, esquivó el golpe y propinó una patada en el costado de Archie que lo lanzó al suelo. Sadie se abalanzó sobre él. Tenía en la mano una pequeña estaca de madera que apuntaba directamente a su corazón. Él consiguió moverse lo justo para que la punta sólo se le clavara en el hombro. La madera se hundió en su cuerpo abriéndose paso entre huesos y carne.
El alarido que profirió hizo que a Rod se le paralizara la sangre en las venas.
Archie se levantó y con el brazo contrario se sacó la estaca del hombro. Al instante Jaimee ya estaba allí intentando quitársela. Archie lanzó un puñetazo a su cara que le dio de pleno en el pómulo haciendo que cayera al suelo. Acto seguido levantó el brazo con la estaca preparándose para clavársela en el pecho. Jaimee, desde el suelo, lanzó la pierna hacia la rodilla de Archie.
El crujido de los huesos resultó espeluznante. El rostro de Archie se desfiguró por el dolor y la rabia. Abrió la mandíbula en un terrible rugido mostrando unos afilados y enormes dientes. Toda su boca rezumaba espuma. Sadie se lanzó nuevamente hacia él aprovechando el momento de debilidad, pero Archie reaccionó y acertó a cogerle del cuello levantándola unos centímetros del suelo.
En un rápido movimiento la arrojó contra la pared. Sadie aterrizó a pocos pasos de Rod, golpeándose tan fuerte la cabeza contra el duro ladrillo que Rod pudo oír un estremecedor chasquido de huesos. Corrió hacia ella, Sadie le miró un momento mientras sus párpados se cerraban.
-Huye…-acertó a murmurar antes de perder la consciencia.
Arrodillado, tiró la botella de cerveza que absurdamente aún conservaba y cogió la cabeza de Sadie apoyándola en sus piernas en un intento de acomodarla. Notó como un líquido caliente se deslizaba por sus manos. Se las miró aterrorizado, palpó la nuca de Sadie notando como el cráneo estaba abierto en una gran herida y cómo la sangre se escapaba de su cuerpo.
Rod comenzó a temblar. Levantó la vista buscando ayuda, pero solo acertó a ver cómo Archie, con el rostro desencajado por el dolor y la rabia conseguía tirar a Jaimee al suelo, y levantando el brazo todo lo que pudo, cogió impulso y clavó con toda la fuerza de su cuerpo la pequeña estaca en el corazón de Jaimee.
-¡Jaimeeeeee! – gritó horrorizado- ¡Noooo!
Archie se levantó y le miró. Tenía el cuerpo ensangrentado, los ojos completamente negros, y la boca, en la que se adivinaban los enormes dientes, deformada en una mueca triunfal. Sus ojos se clavaron en los de Rod, que notó como un escalofrío de miedo le recorría el cuerpo. Archie dio un paso hacia adelante. Se tambaleó al apoyar su peso en la rodilla magullada, pero el dolor no le impidió continuar avanzando.
Rod estaba paralizado, arrodillado en el suelo aún con la cabeza de Sadie apoyada en sus rodillas. Incapaz de moverse o siquiera pensar. Los músculos no le respondían. Archie avanzó otro paso haciendo que Rod notara que le costaba respirar. Estaba aterrorizado. Veía a Jaimee inmóvil a pocos pasos de él, seguramente muerta. Sabía que el siguiente sería él.
Bajó la mirada hacia Sadie, inmóvil. Buscó algo con la vista con lo que defenderse. La botella parecía una broma. Estaba perdido y lo sabía. Levantó de nuevo los ojos para ver que Archie estaba tan solo a unos pasos. Venía sin prisa, renqueando, con la mirada fija en él.
Los ojos de Sadie se abrieron de pronto. Parpadeó y miró a Rod, que tenía la cara desencajada de miedo. Sadie giró la cabeza, vio a Archie y se levantó de un salto como si nada le hubiera pasado, como si no hubiera estado inconsciente y no hubiera perdido tanta sangre que el pantalón de Rod estuviera empapado en el rojo líquido.
Archie se detuvo. La miró a los ojos, sonriendo. Con unos dientes tan largos y afilados que le desencajaban la mandíbula. Sadie tardó un momento en interpretar el gesto de satisfacción de Archie. Buscó a Jaimee. La encontró. Inerte en el suelo. Le bastó un instante para comprender. Las rodillas le empezaron a flaquear, la respiración se hizo más rápida. Un sentimiento de furia se apoderó de ella.
Su mirada volvió a los ojos de Archie, que continuaba observándola con gesto de superioridad. Sadie notó cómo la sangre se le aceleraba con el furioso latido de su corazón.
Una sensación de fuerza irresistible se apoderó de ella. Se lanzó a la carrera hacia Archie que esperó su embestida con los brazos abiertos.
El choque de los dos cuerpos fue brutal. Aunque Archie era notablemente más alto que Sadie, el empujón hizo que se tambaleara. Su rodilla volvió a crujir. Sadie notó el gesto de dolor y en seguida comprendió que era su única oportunidad. Con todas sus fuerzas, lanzó una patada contra la maltrecha rodilla de Archie que cayó al suelo. Sadie aprovechó la ocasión y cogiendo impulso, dirigió la pierna hacia su cabeza en una fortísima patada. Pero él reaccionó a tiempo y con una mano le paró el pie apenas a unos centímetros de su cara.
Levantó bruscamente la pierna de Sadie haciéndola caer de espaldas. Rápidamente se sentó a horcajadas encima sobre su pecho sujetándole los brazos contra el suelo.
-Hayden te avisó. Te dijo que te mantuvieras alejada de él. Esto ha pasado por no hacernos caso. Ya lo sabes. Si no nos ayudas, te conviertes en un estorbo y acabarás como tu amiga. Tú eliges.
Archie se levantó y echando un último vistazo a Rod salió corriendo cojeando. Pronto el lugar se llenaría de gente, habían hecho demasiado ruido. - Malditas renegadas-. Pensó. Ahora tendría que esperar a otra ocasión para coger a Patterson.
Sadie se incorporó aturdida. Intentando recuperar el control de sus emociones. Gateando se acercó hasta Jaimee.
-Jaimee… - solo consiguió susurrar el nombre. La voz no le respondía.
Vio la estaca en el corazón. Supo al instante que no había esperanza ninguna. Que Jaimee no se levantaría. Que ya no abriría más los ojos. Sadie notó como si su cuerpo se vaciara de golpe. Sintió una opresión en el pecho que le impedía respirar. No era posible que aquello estuviera ocurriendo.
Con ambas manos cogió la estaca y con un fuerte tirón la sacó. Una pequeña sacudida estremeció el cuerpo de Jaimee.
Sadie se miró las manos, ahora manchadas de la sangre de la que había sido su amiga y confidente durante tantos años. Sus ojos se empañaron y comenzó a jadear. Notó la boca seca al musitar,
-Jamie, no…tú no, tú no … por favor, no puede ser…
Sadie acariciaba la cara de Jaimee, con manos temblorosas le apartó el flequillo hacia un lado en un gesto que ella siempre hacía. Las lágrimas comenzaron a caer silenciosamente. Se inclinó hacia Jaimee apoyando la frente en su pecho.
-Ha sido mi culpa… te has ido por mi culpa.
El dolor atenazó su garganta impidiéndole seguir hablando. Abrazaba el cuerpo de Jaimee como si pudiera traerla de vuelta con solo desearlo con todas sus fuerzas. Los sollozos estremecían su cuerpo.
Rod se levantó y se acercó a Sadie. No entendía lo que acababa de pasar, solo sabía que Jaimee acababa de dar su vida solo por protegerle. Las preguntas se agolpaban en su mente, pero sabía que no era el momento.
Se arrodilló al lado de Jaimee, el miedo que acababa de sentir estaba dejando paso a un vacío que reconoció al instante. Ver el cuerpo sin vida de Jaimee hizo que su mente se bloqueara.
Miró a la chica que hacía unas pocas horas le había hecho reír y que le había besado haciéndole por un rato olvidar todos sus problemas. La chica a la que había abrazado y que se había entregado totalmente a él. No podía creer que se hubiera ido. No podía estar muerta.
Sadie alzó la mirada. Tenía los ojos enrojecidos. Por sus mejillas resbalaban imparables las lágrimas. Su mirada se encontró con la de Rod, parecía tan perdido como ella.
Un coche se detuvo en la entrada del callejón. Jude bajó corriendo.
-Sadie, ¿qué ha ocurrido? ¿Estás bien?... ¡Oh Dios mío, Jaimee!
Llegó a toda prisa hasta ellos. Cayendo de rodillas al lado del cuerpo de Jaimee. Sujetó su mano, la miró con una ternura infinita.
-Jaimee… pequeña…
Cerró los ojos y le besó la frente. Apretó los puños tan fuertemente que todos los músculos se le tensaron bajo la camisa. Mantuvo los labios unos segundos en la fría frente de Jaimee cubriéndola con su agitado aliento. Finalmente abrió los ojos y se incorporó.
Ayudó a Sadie a levantarse. La abrazó.
–Jude… yo… no he podido…- Sadie no pudo continuar hablando. Hundió la cara en el pecho de Jude mientras los sollozos volvían a agitar sus hombros.
-Vamos, tenemos que salir de aquí.- dijo él acariciándole despacio la espalda. Miró nerviosamente a su alrededor - Patterson, tú también debes venir, es peligroso quedarse.
Rod se quedó de piedra. También Jude le conocía.